La palabra eutanasia viene del griego, así : eu = bueno, thanatos = muerte. "Buena muerte" término que ha evolucionado y actualmente hace referencia al acto de acabar con la vida de otra persona, a petición suya, con el fin de minimizar su sufrimiento.

Eutanasia pasiva : este es un término mal utilizado por los medios de comunicación y a lo único que se refiere es a la muerte natural, así se suspende el uso de los instrumentos de apoyo de vida o el suministro de medicamentos para que se dé una muerte completamente natural que no contraria en nada la ley natural.
- Eutanasia activa : este término se refiere a la muerte que se ocasiona de una manera directa para poner fin al sufrimiento del paciente.

El suicidio asistido se relaciona vagamente con la eutanasia, este se produce cuando alguien le da información y los medios necesarios a un paciente para que pueda terminar fácilmente con su propia vida.

En el siglo III la Iglesia Católica para evitar los suicidios de creyentes fanáticos que pretendían a través de la inmolación conquistar el paraíso, establece que cualquiera que atenta contra su propia vida no recibirá cristiana sepultura. Hacia el siglo IV San Agustín describe el suicidio como "detestable y abominable perversidad"

El Sexto mandamiento ordena: no matarás. Dios otorga la vida y los sufrimientos. Por lo tanto, se tienen que soportar. Así entendido el tema el suicida usurpa las funciones de la iglesia y del Estado.

1.700 años después las cosas han cambiado. Perdura, por cierto, la certeza que no debemos actuar como Caín, que elimina a su hermano. Nadie tiene el derecho de quitarle la vida a un semejante. Pero en la eutanasia es cosa diferente, porque el que sufre es quien suplica ayuda. No para huir de la vida, no como un acto de cobardía frente a la adversidad. Sí para no prolongar la agonía. También para evitar dolores insoportables, físicos o psicológicos. En el camino sin retorno de la etapa terminal, cuando la calidad de vida se ha esfumado para no regresar, son muchos los pacientes que reclaman una muerte digna.

Si en épocas pasadas existía cierta predilección por el martirio o la autoflagelación hoy ya no es así. La vida es un trayecto azaroso cargado de momentos de felicidad y otros muchos de profundo dolor. No sumemos penas inútiles al final de la vía.

Dios otorga la vida y concede a los a los humanos el libre albedrío para juzgar lo que es bueno y malo, lo justo o equivocado. No es el cielo el responsable de tantos males que en su nombre se perpetran. Si no fuese así el Vaticano no apoyaría, como lo hace hasta la fecha, la pena de muerte. No critico, simplemente me limito a señalar que las decisiones humanas son infinitamente más complejas que cualquier dogma.

asi sea